viernes, 17 de agosto de 2007

Cuando no veas nada... marcha!!


Dí a los hijos de Israel que marchen… (Éxodo 14:15)

Notemos esta situación: el pueblo de Israel siendo perseguido por los egipcios, temeroso. Moisés: confiado en Dios. Los egipcios: dispuestos a perturbar y destruir al pueblo de Dios. Incertidumbre: ¿y ahora?, ¿qué haremos?, ¿avanzamos? ¡No!, ¡mejor no!, “tenemos miedo de nuestros enemigos que nos siguen” (piensan). Pero Moisés actuó y dijo:
“No temáis, estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que habéis visto, nunca mas para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.” (Éxodo 14:13 y 14)
¿Prestaron atención?, Moisés, en otras palabras, le dice al pueblo: no teman!, pueden perseguirnos los egipcios y confundirnos, pero Dios está de nuestro lado!! Dejemos nuestros malos pensamientos a un costado, no hace falta entender lo que sucederá, sino creer en la salvación de Jehová. Solo crean!! Dios no nos pide que le cuestionemos cómo lo va a hacer. Él se encarga de eso. Nosotros debemos seguir, y punto. Él nos acompañará en nuestro camino. Hay que ser valientes. Avancemos y no nos quedemos!! Porque los egipcios vienen detrás nuestro dispuestos a confundirnos, enfrentarnos, y matarnos; pero la mano de nuestro Dios está por sobre todas las cosas y estaremos cubiertos en sus alas.
Un cambio de actitud: eso es lo que nos demanda el Señor. El pueblo necesitó esas palabras: palabras de confianza.
Ya no luches más con tus fuerzas: te quedarás en el medio del camino. Batalla con tu Dios: Él va enfrente tuyo como poderoso escudero.
“Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿porqué clamas a mí?, dí a los hijos de Israel que marchen” (Éxodo 14:15).
Ahí está el secreto: MARCHEN. Puedo imaginar ese momento en que Dios le dice a Moisés: - “Moisés…, Moisés… ¡decile al pueblo que marche! ¡Que avance!, ¡no hay tiempo que perder!. Están siendo perseguidos por los egipcios, pero no serán confundidos. Angustiados, pero no desesperados. Abatidos, pero no derribados. Mi mano está con ustedes. Conozcan que Yo soy Dios y no hay otro fuera de Mí. ¡Sólo créanme! No quieran entender como lo haré: Yo los pruebo en la obediencia “…
“Y tú Moisés alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por el mar, en seco. Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan, y Yo me glorificaré en faraón, en sus carros y en su gente a caballo. (Éxodo 14: 16 al 18)
Todavía el mar estaba cerrado. Aún en el lejano horizonte se podía ver la quietud de ese inmenso mar. Se podía escuchar el silencio de las olas, sentir el miedo del pueblo de Dios: ese miedo que te hace sentir como que el “estómago se te subiera a la garganta”, ese miedo por el cual te quebrás en llanto: pero sin embargo Dios dijo: marchen. Por solo un instante el pueblo pensó: ¿marchar?, ¿pero que nos pides Señor?, nuestros enemigos nos persiguen con sus carros y toda su caballería. Nos quieren matar! ¿Y Tú nos pides que marchemos? El mar está cerrado, ¡¡¡es imposible!!!... Pero ahí es cuando nos prueba Dios: en comenzar a caminar sin haber visto nada. Dar el primer paso cuando el mar aún está cerrado. Saber que Dios lo abrirá. Confiar. Dejar todo en sus manos. Todo. No guiarnos por lo que vemos. Tampoco por las circunstancias, ya que son sólo eso: circunstancias. Humillarse. Alabar a Dios. Sincerarnos con Él. Gozarnos por lo que aún no vemos. Acordate: no seremos confundidos. Estamos en el hueco de la mano de Dios… Somos sus hijos. Él es nuestro maestro y nos ama. Sus ángeles caminan con nosotros y Él pelea por nosotros.
Dice el Señor:
“No tengas miedo ni te desanimes, porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas.” (Josué 1:9).
Ya no te lamentes más. Caminá y avanzá con fe, con gozo. Dios conoce tu corazón y está atento a todo lo que sentís y pensás. Entregate en sus manos y sé valiente. Hacé como hizo el pueblo de Israel: caminá sin mirar a los egipcios y cuando cruces el Mar Rojo y pases del otro lado te darás cuenta que los egipcios ya no están más y tus pies estarán secos.

Que Dios te bendiga …

Lucía

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