Moisés aseguró al pueblo que Dios no los abandonaría y por eso dijo: “El Dios eterno es tu protector y por debajo tuyo extiende sus brazos eternos”. (Deuteronomio 33:27).
Aun hoy podemos confiar en esta promesa. Así como el águila extendió sus alas para interrumpir la caída de su cría, así Dios extiende sus brazos para interrumpir la caída de cada uno de sus hijos.
A veces Dios llega a permitir que "caigamos de nuestro nido" (sufrimientos, pérdidas, desilusiones, problemas familiares, etc.), para sentir cuán dependientes somos de su protección. Sólo que Dios no quiere que lleguemos hasta el suelo y nos invita a través del salmista: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él; y Él hará” (Sl 37:5).
Creo en las promesas de Dios porque yo creo en un Dios vivo. Creo que Dios no perdió su poder, sino que continúa extendiendo sus brazos para ampararme.Creo también en aquella promesa bíblica: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
Creo en la ayuda de Dios ¿Y vos?.
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